Al igual que en la primera edición, la clínica fue una experiencia de aprendizaje y disfrute. Yanina nos volvió a sorprender con su vasto conocimiento, enfocándola esta vez en la transición del verano al otoño, una estación de quietud e introspección. Con los cambios de temperatura, vientos y lluvias propios del otoño, nuestro sistema inmunológico se ve más demandado. Por ello, esta práctica estuvo orientada a fortalecer este sistema, clave para mantener el equilibrio y bienestar de nuestro organismo. Yanina nos enseñó distintas técnicas de respiración para fortalecer los pulmones y diversas asanas (torsiones, flexiones hacia adelante, arcos, invertidas y semi invertidas) para mejorar el sistema inmune. Cada jornada culminaba con la meditación de Yoga Nidra, una práctica que muchos ya hemos adoptado para mejorar nuestro sueño.

Pero no todo fue yoga. Teresa y Romina nos consintieron con deliciosos platos, lo que resultó en algunos kilos de más; Mariano se encargó de mantener la cabaña acogedora con toda la leña que alimentaba la salamandra, y Néstor hizo que el cruce en gomón bajo la lluvia fuera menos azaroso, gracias a su probado conocimiento del lago, buen humor y amabilidad.

Estas clínicas no solo nos han ayudado a profundizar en la disciplina del yoga, sino también a conocernos mejor entre nosotros y a apreciar la dinámica del encuentro grupal en este entorno maravilloso. Esperamos que en futuras clínicas, los participantes puedan disfrutar de los alrededores de la cabaña y del bosque para algunas prácticas de yoga que Yanina había planeado, ya que esta vez el clima no fue muy propicio.

Agredecemos a todos lo que hicieron esto posible, sede, capitanías y socios ¡Esperamos que estas clínicas se repitan para el disfrute de más socios!