El 10 de enero de 2025 nuestra querida Sede de Palermo cumplirá 60 años. El socio Osvaldo Pérez Sammartino realizó una indagación en los archivos del Club que permite asegurar que aquel día de 1965 se inauguró “Palermo”, una sede que hoy -después de tantos años- miles de socios disfrutan a diario. Aquí unas breves líneas sobre la historia de su nacimiento.
Hay distintas versiones sobre el origen del barrio de Palermo. La más difundida indica que a principios del siglo XVII era propietario de esas tierras Juan Domínguez Palermo. Borges imagina, en “Fundación mítica de Buenos Aires”, que la ciudad nació en una manzana de Palermo: “La manzana pareja que persiste en mi barrio:/ Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga”. Pero la zona recién va a adquirir importancia cuando en 1836 Juan Manuel de Rosas comienza a comprar gran parte de sus terrenos, alrededor de 500 hectáreas. Allí edificó a partir de 1838 su casa, que estaba ubicada en la esquina sudeste de las actuales avenidas Libertador y Sarmiento. Luego de la batalla de Caseros todas las propiedades de Rosas fueron confiscadas. En parte del predio de Palermo se inauguró el 11 de noviembre de 1875 el Parque Tres de Febrero (fecha de la batalla de Caseros). La casa de Rosas fue demolida en 1899 y en su entrada se colocó en 1900 un busto de Sarmiento del escultor Auguste Renoir.
En 1864 se instaló el Buenos Aires Cricket Club en el lugar actualmente ocupado por el Planetario Galileo Galilei. Allí se dice que se disputó el 29 de junio de 1867 el primer partido de fútbol de la Argentina. Para delimitar el Parque, en 1908 el paisajista francés Charles Thays, quien desde 1891 a 1914 fue director de Paseos y Jardines de la Municipalidad, proyectó la actual avenida Figueroa Acorta sobre la traza que antes ocupaban las vías del Ferrocarril del Norte de Buenos Aires.
Además del Rosedal y otros paseos públicos, la zona se fue poblando de clubes deportivos. En 1902 se inauguró la sede Jorge Newbery de Gimnasia y Esgrima, sobre la avenida Dorrego, frente al Hipódromo Argentino; en 1913, el Tenis Club Argentino; en 1920, la sede actual del Buenos Aires Lawn Tennis Club. En 1921 se otorgó una autorización por 20 años, en un predio de 82.000 metros cuadrados limitado por el Ferrocarril Mitre, la avenida Figueroa Alcorta y la avenida Belisario Roldán (entonces llamada Avenida del Monte), a la Asociación Deportiva del Comercio y la Industria. La autorización fue prorrogada por diez años más en 1937, con efecto a partir de 1940, por lo que vencería en 1950, pero resultó revocada en 1949. El decreto respectivo del Intendente Municipal ubica a esa medida dentro de una política destinada a permitir el uso público de terrenos del Parque Tres de Febrero y destaca la ubicación privilegiada del ese predio, vecino al Rosedal y al Aeroparque.
En una parte del antiguo club, la más cercana al ferrocarril, se construye el Velódromo Municipal, que se inaugura el 25 de febrero de 1951, con motivo de los Primeros Juegos Panamericanos. El resto del predio, que fue ocupado por la Secretaría de Aeronáutica, se hallaba, hacia principios de la década del sesenta, en estado de abandono. El Club Universitario de Buenos Aires se interesó por él y comenzó a realizar gestiones para establecer allí una sede que de alguna forma lo compensara por la que había perdido en Núñez, al no renovarse la cesión del predio que le había hecho Obras Sanitarias y que ocupó después hasta la actualidad el Club Hípico Argentino.
Luego de unos tres años de tratativas (que incluyeron conversaciones con la Secretaría de Aeronáutica para que desalojara las instalaciones), el Concejo Deliberante de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires dictó el 4 de octubre de 1963 la Ordenanza Municipal Nº 16.604/63, por la que concedió esos terrenos al club por 25 años, que tomó posesión pocos días después. Dado que casi inmediatamente se produjo el cambio de gobierno municipal y que el Concejo Deliberante, con su nueva composición, había dictado una ordenanza que declaró la caducidad de todas las concesiones de inmuebles realizadas por el gobierno anterior, fue necesaria una nueva ordenanza, la 18.999/63, dictada el 27 de diciembre de 1963, que ratificara la cesión del campo deportivo a CUBA.
El club ya disponía de la sede Palermo, de 18.047 metros cuadrados, pero el estado deplorable de las instalaciones requería de numerosos trabajos antes de su habilitación. Para ello se designó a una subcomisión de obras que se encargó de la limpieza y desinfección total, refacción de techos, arreglo del piso y pintura del gimnasio, reparación de las canchas de tenis, etc. Para financiar esas obras se fijó una cuota adicional transitoria que deberían pagar los socios.
Aunque las crónicas y las memorias del club que he consultado son en este aspecto algo vagas, es claro que Palermo se inauguró para la temporada estival de 1964-1965. Y, si bien no he encontrado ningún documento que consagre oficialmente la fecha precisa, lo más probable es que se haya habilitado el 10 de enero de 1965. Los socios que concurrieron esos primeros días (entre los que se encontraban mis padres, mi hermano y yo) conocieron una sede con tres canchas de tenis habilitadas, cancha cerrada de pelota, gimnasio, vestuarios para hombres y mujeres, restaurante y oficina médica. En el lugar en el que ahora se practica gimnasia artística, que fue por muchos años una cancha cerrada de tenis (la “cancha cerrada”, como le decíamos los palermitanos) existía un depósito de muebles y objetos de utilería del Teatro Colón. A su lado, donde hay ahora una cancha abierta de fútbol, se erigía una casita que usaban los empleados.
La sede se mantuvo en un estado algo precario durante unos veinte años. Entre otras cosas, no tenía gas natural ni teléfono. Si necesitábamos hacer alguna llamada urgente, debíamos cruzar y usar –si nos lo permitían- el teléfono de una oficina médica de la Aeronáutica. Y, sin embargo, para quienes los vivimos, aquellos años iniciales son una época dorada. Como el París de los años veinte que evoca Hemingway, Palermo era una fiesta.
Finalmente, en 1980 el club adquiere la propiedad de la sede. El 19 de diciembre de ese año Ezequiel Holmberg y Horacio Forchieri firman por el Club Universitario de Buenos Aires la escritura traslativa de dominio. Con los derechos sobre ese predio consolidados, pocos años después se emprende una importante reforma de las instalaciones, que finaliza en 1984 y le da a Palermo, con algunas modificaciones que se hicieron posteriormente (como la climatización de la pileta, que permite su uso durante todo el año), el perfil que mantiene en la actualidad. Entre las innovaciones se puede mencionar la construcción de nuevos vestuarios y comedores, canchas de paddle (donde se hallaban los históricos frontones) y de squash, y lo que hoy es el gimnasio (que escribo con minúscula para diferenciarlo del Gimnasio, originalmente una cancha de básquet, en el que se vienen practicando muchos deportes, pero que es sobre todo un templo futbolístico, cuya veneración ha hecho que se lo conozca como la Catedral palermitana). Se demolió, además, la construcción que, frente a los frontones, bordeaba la pileta: tenía vestuario de mujeres, un consultorio médico y un vestuario de hombres que, por ser un poco menos rústico que el general, nos parecía lujoso: Federico Neumayer lo bautizó “Maricuba”.
Excede el propósito de estas líneas, que solo quieren rememorar un aniversario, reseñar las anécdotas y trazar una semblanza de los personajes que le dieron a ese pedazo de tierra algo escondido al lado del Velódromo un carácter tan peculiar. Es una tarea que, si nos asiste la voluntad y los astros son propicios, alguna vez emprenderemos. Por ahora, basta recordar que el 10 de enero de 1965, hace 60 años, comenzó una historia que hoy continúa con más vitalidad que nunca. Para muchos de nosotros, es una parte fundamental de nuestras vidas.
Osvaldo Pérez Sammartino